La sangre de un genocidio recorre el mundo frente a la indiferencia de poderes llenos de hipocresía. Así es como el mundo observa en silencio -cómplice, paralizado o cobarde- cómo se consuma ante nuestros ojos una de las más atroces tragedias del siglo XXI: el genocidio del pueblo palestino en Gaza.
Cada día que pasa se suman cuerpos bajo los escombros, niños mutilados, familias destruidas, culturas arrasadas. Y mientras tanto, las potencias que se autoproclaman defensoras de los derechos humanos callan, titubean o justifican lo injustificable.
El genocidio en Gaza: La sangre de un pueblo que clama al mundo. No es una guerra entre iguales, es un exterminio.
No es una guerra entre iguales. Es un exterminio sistemático de una población atrapada, empobrecida y deshumanizada, ejecutado con tecnología militar de última generación, con el respaldo de grandes potencias y bajo una narrativa que pretende borrar la memoria, la historia y la dignidad de un pueblo entero. No es defensa, es ocupación. No es seguridad, es colonialismo. No es una respuesta, es una política de aniquilación.
Como médico, pero ante todo como ser humano que solo quiere vivir en un mundo justo, no puedo quedarme en silencio ante esta barbarie. Denunciar la política sionista que hoy ejecuta este plan de exterminio no es antisemitismo, es un acto de conciencia, de compasión y de humanidad. Lo que está ocurriendo en Gaza es la expresión más violenta del desprecio por la vida y por el derecho de los pueblos a existir. Bombardear hospitales, asesinar niños, cercar el acceso a alimentos, destruir escuelas y atacar campamentos de refugiados no es defensa, es genocidio.
La complicidad de quienes lo justifican o lo toleran pesa como una mancha moral que la historia no olvidará. Porque nos preguntamos, cuál es la verdadera capacidad de los propios estados que al final conforman la ONU?.
Construcción y reconocimiento del Estado palestino.
António Guterres, Secretario General de la ONU, declaró en abril 2025: “El mundo puede estar quedándose sin palabras para describir lo que sucede en Gaza, pero nunca huiremos de la verdad”. Más que cuestionar la existencia o eficacia de las Naciones Unidas, el verdadero reto está en entender que este organismo no es un ente abstracto separado de los Estados, sino que está compuesto y gobernado por ellos mismos, reflejando las correlaciones de fuerza que imperan a nivel global.
Si bien muchos critican su aparente inacción frente a ciertas crisis humanitarias, como la que vive el pueblo palestino, también es cierto que sin una organización como la ONU estaríamos buscando cómo construir una instancia similar. En ese sentido, más que deslegitimarla, el esfuerzo debe centrarse en viabilizar sus mecanismos para lograr avances concretos, como el reconocimiento del Estado palestino, frente al cual ya se vislumbra una ola de respaldo internacional.
La reciente adhesión de países como Francia, Emiratos Árabes Unidos, la Liga Árabe, e incluso el debate abierto en naciones como Alemania e Inglaterra, señala que estamos ante un momento histórico que podría marcar el fin del silencio ante un genocidio que no puede seguir ocurriendo. Es crucial entonces enfocar el debate no en destruir lo que existe, sino en potenciarlo para que las palabras, por fin, se traduzcan en acciones.
El silencio es complicidad. La inacción es cobardía.
En este sentido al cuestionar las Naciones Unidas como organización tenemos que preguntarnos: ¿Dónde están los gobiernos que se rasgan las vestiduras por los derechos humanos cuando les conviene? ¿Dónde están las voces que ayer lloraban por la guerra, pero hoy callan frente a una masacre televisada? La historia los juzgará. Pero nosotros no podemos esperar. Cada persona con conciencia debe alzar su voz. No hay neutralidad posible frente al genocidio. El silencio es complicidad. La inacción es cobardía. Palestina no es un conflicto lejano. Palestina es el espejo de lo que puede sucederle a cualquier pueblo si el mundo permite que el horror sea normalizado.
Si no somos capaces de detener este genocidio, habremos fallado como humanidad. Hoy, como médico, pero sobre todo como ser humano que ama la vida, que ha jurado protegerla, que no puede ser indiferente ante la injusticia, me uno al clamor de millones de personas en el mundo: ¡Alto al genocidio en Gaza! ¡Viva Palestina libre! ¡La humanidad debe despertar antes de que sea demasiado tarde!
Por:
Jorge Guillermo Ballesteros
colmedcare@gmail.com
Médico Asociado, Certificado por El Florida Board of Medicine, USA.
Master y Médico Asociado del Massachusetts College of Health Science of Boston, Mass.
Master en Salud Pública y Epidemiología de The University Of Michigan, Doctor en Medicina General y Cirujano del Instituto Médico Estatal Lviv de Ucrania-
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