Cuando todos en España y resto de Europa anhelábamos que llegara una de las mejores épocas del año, como es la Primavera, lo que se nos vino fue una pandemia. Una pandemia mundial con la aparición del COVID-19, más conocido popularmente como CORONAVIRUS, en la que fui uno de los primeros damnificados en este país, y a pesar de que el mayor peligro ya pasó, sigo pensando dónde, cómo, y por dónde carajo se metió ese intruso en mi organismo.
El lunes 16 de Marzo me encontraba confinado en casita, y no precisamente en cumplimiento de una ley, sino por responsabilidad con mi trabajo, pues desde hacía algunos días atrás estudiaba preparando las pruebas para un examen que tenía ante ADIF, por lo que escasamente salía a dar una vuelta en la bici, ya que por esa preparación tuve que sortear mis idas al gimnasio.
Ese día tuve el primer aviso cuando al toser sentí algo muy extraño en mi pecho, pero no le puse mucho cuidado, pensando sería el inicio de una simple gripa.
Ya el miércoles 18 después de volver a sentir algunas molestias extrañas en mi organismo, como la tos seca y desanimo o debilidad en mi cuerpo, hice la primera llamada al Centro de salud, y la respuesta fue: “Mientras no tenga fiebre y tos mas fuerte y persistente es una gripe o catarro normal, así que no se sugestione”
Como el malestar general seguía avanzando, al día siguiente jueves tuve que volver a llamar al Centro de salud y me ordenaron pasar por allí directa y personalmente para un chequeo sin mayores resultados, o mejor sin que me dictaminaran como positivo del COVID-19, así que pa´casita nuevamente a seguir muriéndome sin saberlo.
El viernes ya amanecí bastante afectado, leves molestias musculares y debilidad en todo el cuerpo; y lo más preocupante con problemas para respirar y una fiebre intermitente. Llamé con más preocupación y mucho miedo al médico, quien vino a casa y me realizó la primera oximetría, y es ahí, a las 13:00 hrs. donde empieza mi verdadero calvario, pues ordenan de inmediato mi traslado al Hospital Universitario La Paz, acá en la ciudad de Madrid.
En dicho Hospital, más exactamente en su Gimnasio, me adjudican la silla 67 a la entrada de éste, en mi entorno veo cantidad de enfermos muchos de ellos agonizantes, esa noche me toman una placa donde reflejaba el estado de mis pulmones, y, después el test donde ratificaba mi positivo al COVID-19 (CORONAVIRUS).
Al no contar el Hospital La Paz con la capacidad suficiente de habitaciones y camas, debido a la gran afluencia de contagiados, estuve dos noches en esa silla donde el chiflón de aire era percibido de frente y por completo.
Al sentirme y verme tan impotente cayó en mi mente la idea de pedir ayuda, y fue así como acudí a dos grandes amigos, Ricardo Marín Rodríguez, fundador y director de la Plataforma “COLEXRET”, y Jhon Montoya, quien aparte de ser un importante empresario en Madrid – España, también ejerce un gran liderazgo social y reconocido luchador en defensa de los derechos humanos, para que intervinieran por mi ante quien consideraran, direccionaron mi súplica al consulado de mi país en esta ciudad. Necesitaba con urgencia una manta pues me estaba congelando del frío, lo mismo que me dieran una mejor ubicación y comodidad en el Hospital, esto es, una cama, lo que se produjo el día lunes, la presión y gestiones de Ricardo y Jhon quienes tuvieron que acudir en primera instancia a ciertas personalidades en Bogotá – Colombia, llegaron a la cónsul general Gloria María Borrero, a intervenir en el asunto. No puedo dejar de resaltar el interés y gran voluntad puesta por la Sra. Cónsul Gloria Elsa León Perdomo, la que a partir del momento en que tuvo conocimiento de mi caso, estuvo muy pendiente comunicándose conmigo como con mi esposa para saber mi estado y ofreciendo su apoyo y ayuda incondicional dentro de sus capacidades y competencias, no voy a contar por ahora los pormenores de esas gestiones, pero si agradecer públicamente a cada uno de ellos por lo que hicieron.
Con mi salud bastante deteriorada, una vez adjudicada una cama en el mismo gimnasio, me llevo un gran susto al ir al baño por necesidad y en cuestión de 5 segundos al quitarme el oxígeno se me nublaron los ojos; traté de gritar y sentí caerme, por lo que tuve que volver a ponérmelo inmediatamente, pero aun así no estabilizaba. Respiraba por boca y nariz, y le subí al caudal del oxígeno, pero sin lograr restablecerme. No alcanzan a imaginar el susto tan verraco, y creí que me iba. Fue ahí donde comprendí más la gravedad de mi mal, y que sin el oxígeno en 10 segundos se reventarían mis pulmones.
Era tanta la impotencia del personal sanitario que se podía percibir en sus caras la angustia y desanimo.
A eso de las 2 de la madrugada de ese 23 de marzo se me acerca un médico con aspecto de científico para proponerme participar en un estudio de investigación clínica, donde aleatoriamente participaban 25 pacientes, en dicho estudio se probaría un medicamento experimental llamado REMDESIVIR (RDV) para tratar la infección por el COVID19. La expresión “medicamento experimental” significa que aún no ha sido aprobado para tratar esa infección por la Food and drug administration (FDA) de EE.UU. ni por las autoridades sanitarias de ningún país. Por lo que no me quedaba otra alternativa que acceder a dicha propuesta, pues en ese momento ya estaba más allá que acá.
Expongo esta experiencia no para infundir pesar ni admiración, sino como una enseñanza de vida, y para que quienes la lean conozcan lo delicado del asunto, y del por qué es tan importante y necesario seguir las indicaciones de las respectivas autoridades en cada país. Aunque yo las seguí, pero me tocó.
Ni yo ni nadie espera contraer tan terrible virus. En mi caso, aparte de manejar ciertos protocolos no tan rigurosos, me jodió mi confianza; a lo mejor en un principio me faltó ser más exigente con el personal sanitario del centro de salud para que me proporcionaran la prueba el mismo día en que empecé a sentir los síntomas, pero entiendo que no es el procedimiento a seguir por parte de los profesionales de la salud, y como bien se dice, sino saben ellos, quién más?.
No puedo descartar que al ser microscópico son millones de bichos volátiles que andan buscando donde encubar, de ahí que siempre mi recomendación para todo ser humano, sea paisano, amigo, familiar, o conocido, es efectuar una contingencia que coadyuve a repeler la proximidad del virus. Un ser humano en la calle esta propenso a que se adhiera en su vestimenta incluido calzado, cabello, accesorios metálicos, para ello recomiendo efectuar el ejercicio una vez vuelvan a casa desinfectarse de pies a cabeza, todo lo que lleve puesto, en especial calzado, sin antes tocar absolutamente nada, pasar a lavar sus manos, luego hacer unas gárgaras con vinagre, limón, agua sal.
Mi preocupación con mis paisanos es que en el hospital San José en mi natal Guaduas, Dpto. de Cundinamarca en Colombia, es porque tiene un sistema sanitario deficiente. No está preparado para atender una concurrida emergencia sanitaria que pudiera llegar a provocar el COVID19. Falta de test, respiradores, salas de UCI, y escasez de personal sanitario, al igual que los Epi´s de seguridad para esos profesionales.
Ciudadanos en general, el confinamiento es una de las mejores, principales y necesarias medicinas, seguido de los rigurosos protocolos, para hacer frente y evitar que el contagio de este maligno virus se propague.
Hago énfasis y contrasto la preocupación de mis paisanos, debido a que fui tratado en el mejor Sistema de Salud de Europa, por no decir del mundo. Sin embargo no estaban preparados para atender esta terrible pandemia. En el Hospital Universitario la Paz, aquí en Madrid, donde fui atendido, cuenta con cientos de médicos especialistas, se tiene la más sofisticada tecnología de punta en todas las especialidades, sin embargo pude percibir el desasosiego tan desorbitante en cada uno de estos profesionales para enfrentar la magnitud tan pavorosa COVID19.
Debo también aclarar que todo no puede ser alarma; mi esposa estuvo conmigo durante los días críticos en casa, y donde era un transmisor potencial. Gracias a Dios fue asintomática, aunque en algunos momentos presentó deficiencia en sus glándulas gustativas y olfativas, pero no fue intervenida como paciente.
Quedan muchas incógnitas abiertas que hasta el momento ni los avances de grandes científicos al día de hoy nos lo pueden aclarar. En mi caso el tratamiento experimental de estudio REMDESIVIR que aún no ha sido aprobado para tratar la infección por el COVID19, funcionó. Creo que fui un privilegiado al ser incluido dentro de 25 pacientes para dicho estudio.
Esta experiencia me lleva a sugerir que se tenga mucha responsabilidad, respeto y paciencia con las normas implantadas por las autoridades competentes.
No ha habido, ni habrá Gobierno en el mundo que desarrollando las medidas que implemente, pueda evitar o parar esta crisis. Esto no es cuestión de Gobiernos, de Sistemas o ideologías políticas…¡ES DE TODOS!. Y TODOS vamos a salir de esta si conseguimos…no juntarnos, sino UNIRNOS.
Gracias a esos compañeros y amigos que me motivaron a publicar esta experiencia.
Hoy fui yo, mañana puedes ser tu. No te expongas, ¡QUÉDATE EN CASA!
Con gran aprecio y con el ánimo de continuar intentando ser útil a la humanidad,
Alonso Morales Salinas “Baretta”
Colombiano residente en España
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