Salimos de nuestro País en busca de explorar nuevas cosas, vivir otra aventura y no
necesariamente en busca de un mejor futuro porque nunca se sabe cuál será este.
Dicen que no se extraña lo que no se ha tenido; por lo tanto, creo que al igual que yo,
muchos de mis compatriotas extrañamos todo; porque nuestro país tiene absolutamente
todo y mucho más.
Cada mañana al despertar, abro los ojos y miro el maravilloso paisaje natural que hay
a mi alrededor y lo primero que se me viene a la mente es mi familia, mis seres amados
que han quedado a 2.939km, esperando volver a vernos algún día no muy lejano y con la
esperanza de que valga la pena el sacrificio de separarnos físicamente de nuestra patria.
Dejamos atrás momentos, situaciones, objetos, personas, animales y deseos, pero
salimos en busca de cumplir nuestros propios anhelos.
No es nada fácil al momento de hacer el desayuno, abrir la nevera y ver que no hay
arepas recién hechas, pero las reemplazamos por tres tortillas amarillas y no saben
igual, pero también son deliciosas. Desde el viernes, soñamos con preparar un delicioso
sancocho trifásico el domingo, pero tenemos que hacer todo un maratón para lograr
juntar los ingredientes y no obstante, queda faltando la famosa yuca; la yuca que
en Colombia ni nos gustaba, pero aquí la queremos para que el sancocho quede parecido
al que hacían nuestras madres, pero aun así sin yuca, hacemos el sancocho y nos sabe
a gloria porque es una manera de recordar, de reencontrarnos con nuestras costumbres
y saborear los momentos que pasábamos en familia.
Las raíces son tan profundas que en cada tema de conversación, sale a colación algo
relacionado con la mamá, los hermanos, el clima, la gente la comida, en fin.
decir que sabe rico, pero por más delicioso que sea, queremos comprar el café sello
rojo o Juan Valdez porque es Colombiano, huele delicioso, sabe estupendo y ni hablar
si es endulzado con panela y acompañado con una empanada de carne mmmm; de solo
pensarlo, se me hace agua la boca…
Sin duda alguna, todos tenemos una conexión directa con nuestra tierrita y en ocasiones,
hemos pensado en devolvernos para retomar la vida al lado de los seres queridos y
ahorramos tooodo el año para ver si podemos ir aunque sea en las vacaciones de navidad para compartir momentos sagrados y comer y comer sin parar hasta saciar las
ganas de todo lo que no hemos podido hacer durante tanto tiempo de ausencia.
Es grato saber que las raíces siguen vivas, porque el árbol sigue creciendo cada vez más
fuerte.
Deyata
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