La emigración en nuestra especie parece ser algo natural, cuando el entorno se torna difícil y es mejor buscar nuevas expectativas al diario vivir, condición que a pesar de los avances tecnológicos alcanzados por la ciencia en nuestros días no parece tener fin, ocasionando miradas diferentes a este fenómeno de la sociedad humana, miradas que abarcan desde la compasión hasta el odio visceral y el temor a lo diferente.
En Chile país en el cual vivo desde hace más de una década se acaba de dar una regularización migratoria.
Según estadísticas del Instituto Nacional de Estadística “INE”, al terminar el año 2018 UN MILLÓN DOCIENTAS CINCUENTA Y UN MIL DOCIENTAS CINCUENTA Y CINCO PERSONAS (1´251.255) extranjeras hacían parte de la población de Chile, entre las que 146.582 son de nacionalidad colombiana, en un buen análisis que combinaba datos del último censo realizado por extranjería, y una estimación del banco central, lo cual redondearía cerca del 7% del total de la población chilena. Inmigración que creció desproporcionadamente en los últimos 3 años ya que entre 2015 y 2018 ingresaron a este país mas de 800.000 extranjeros. Solo en el 2017 ingresaron cerca de 452,000 inmigrantes.
Este gran número de personas, para el cual a mi forma de ver no estaba preparado el país, algo que ocurre prácticamente en todos los países del mundo, ocasionó diversos fenómenos: descenso en las remuneraciones de la mano de obra no calificada, dificultades en los servicios de atención primaria en salud, encarecimiento de los arriendos y abuso en los precios de los mismos, debido a la escasez de oferta lo cual muchas veces lleva al hacinamiento y la necesidad de establecer políticas públicas que establezcan un marco regulatorio que conduzca a la solución de este problema.
Lógicamente este fenómeno afecta la mirada de los chilenos sobre la migración, ocasionando temor y zozobra que muchas veces es visto como xenofobia. Una xenofobia infundada ya que de por si el chileno es solidario, pero ante una situación de esta magnitud es natural la preocupación.
Si bien los niveles de Chile como miembro de la OCDE están muy por debajo ya que en algunos países como Alemania asciende al 14% y la media en Europa sobre el 12%, mirando a futuro y de acuerdo a las necesidades del país, tendremos baja tasa de natalidad y en el 2022 el descenso de la población laboral por envejecimiento llevará a que esta tasa crezca. En el último dato de productividad de Chile, este subió 2 puntos gracias a la inmigración.
Buena gestión la del Sr. Presidente Sebastián Piñera Echeñique, al haber tomado el toro por las astas y con aplaudible valentía realizar una regularización migratoria, “ordenando la casa” con una nueva ley migratoria que actualmente cursa en el senado para ser ley de la República, y que seguramente será aprobada por mayoría.
Es cierto que los seres humanos tenemos derecho a emigrar, pero los países también deciden legalmente lo que sucede dentro de sus fronteras respetando los derechos humanos, los tratados internacionales y la dignidad humana.
En la regularización migratoria del 8 de abril de 2018 se acogieron 27.000 colombianos en un total de 152.000 de diferentes nacionalidades, cercano al 18% de los beneficiados con esta iniciativa de gracia del gobierno del actual Presidente Piñera.
No existe por el momento una estadística fiable que pueda establecer cuántos colombianos se han quedado sin regularizar, lo que si sabemos es que un importante número de ellos fue rechazado por diferentes razones, entre ellas el tener antecedentes penales, bien en Colombia o acá en Chile., y/o por que no reunían los requisitos exigidos para otorgarles sus documentos de residencia y trabajo.
Medidas como ésta regularización, con todos y los “lunares” que se le puedan encontrar, brinda la oportunidad a los extranjeros de insertarse legalmente en el país, brindándoles a través del carnet (Sin él, es imposible realizar cualquier trámite en Chile, legal, laboral, bancario, y/o similar) la oportunidad de un futuro más auspicioso e igualmente provechoso para el país que nos acoge, bienvenidas todas las iniciativas y propuestas que mejoren la calidad de vida de los migrantes y refugiados.
Esta regularización obviamente no es la solución total a la problemática chilena, igual que las que se realicen en cualquier otro país del mundo, pues el problema de raíz nace en el país de origen. Es allí, donde los sistemas políticos no han podido o querido generar programas o planes para brindar un mejor bienestar a sus ciudadanos, agregando los que huyen de conflictos bélicos como el vivido aún en Colombia, y ello da lugar a que se busquen nuevas y mejores alternativas en otros lugares.
Nos espera un futuro promisorio a los colombianos en Chile gracias a esta regularización? Mejorará sin lugar a dudas, pero nuestro futuro tiene muchos mas componentes.
La solución?
La tenemos TODOS, comenzando por nosotros mismos. Nosotros quienes desde hace décadas participamos y luchamos por la equidad y la igualdad entre los seres humanos. La solución no está en cargarle todo el problema al país receptor, sino en presionar al país de origen para que cree políticas públicas migratorias que en verdad ofrezcan beneficios integrales a nuestros conciudadanos. En el caso colombiano, vemos un gran avance con lo incorporado en el ya aprobado Plan Nacional de Desarrollo 2018 – 2022, donde se ha incluido la creación del Viceministerio para las Migraciones, y de esa inexistente “Política Migratoria” a través de una nueva ley. Pero ahí nacen algunas importantes preguntas: ¿Quiénes dirigirán ese Viceministerio? ¿Quiénes elaborarán esa ley? ¿Qué presupuesto se asignará para la ejecución de esa política migratoria?. Y quizá la mas importante ¿Contarán para todo eso con quienes residimos fuera de Colombia?
Para quien le interese: Yo, Manuel Alarcón Norato, estoy en disposición y con plena voluntad social para participar en ese nuevo proceso.
Gracias y hasta la próxima
Manuel Alarcón Norato
Migrante colombiano y empresario en Chile
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