Esta historia puede contener decenas de relatos de amigos, familia, vecinos, tíos, primos o conocidos que se van a otros países en busca de mejorar su situación económica, a estudiar, olvidar malos momentos y otros que la inseguridad, las amenazas, la violencia los ha hecho empacar una maleta y huir para salvar sus vidas, ciudadanos que salen expulsados[1] por las condiciones sociales de Colombia hace más de 60 años.
Historias de estudiantes que vienen becados o con prestamos, mujeres y madres que vienen buscando sacar adelante a sus familias, relatos de algunos que han prestado dinero a “los de la moto” para viajar y que han pagado intereses muy altos para comprar dos vuelos, uno de ida y perder el vuelo de regreso, porque desde que llegué a España he podido evidenciar que Colombia exporta pobreza extrema.
Padres que se separan de sus hijos para poder darles un mejor futuro, historias difíciles de superación y desarraigo familiar, social, cultural que viven a diario los colombianos en el exterior buscando oportunidades, y las que nadie cuenta en Colombia, por el que dirán, porque se ha normalizado la tragedia, la “berraquera” del colombiano para salir adelante, el típico refrán de “comer mierda y decir que se come pollo” parte de la idiosincrasia del país que se vuelve resiliencia[2] en esos avatares para lograr sobrevivir.
Tal vez todos traigamos diferentes historias y diferentes situaciones pero en lo que podemos coincidir es en la nueva realidad que se empieza a vivir en los países de “acogida”, aunque es bien sabido por los migrantes que en los países de arribo no acogen a nadie y eso queda claro cuando la burocracia empieza a pedirte requisitos, tarjetas, tramites, dinero, cuentas bancarias, números de seguridad social, contratos de trabajo, todo esto sin el apoyo del país a donde llegas, y menos el apoyo del país de donde se huye. Aquí la cedula colombiana no sirve para absolutamente nada, si lo que se quiere es hacer uso de sus derechos, es una deuda histórica que tiene el Estado colombiano con sus ciudadanos en el exterior, no nos representa por haber huido “del país mas feliz del mundo”.
Hace unos meses salí a bailar salsa con un colombiano llamado Carlos, fuimos a poner nuestra cuota en los bares de Barcelona, si, porque los migrantes aportamos enorme a la economía local, y se ha investigado en diferentes estudios económicos el aporte que hacemos al PIB (producto interno bruto) es el segundo reglón de ingreso mas alto a Colombia desde el exterior por medio de remesas, ni aun así logramos quedar en un capitulo en el Plan nacional de desarrollo PND, después que el pueblo y los ciudadanos participáramos en los diálogos vinculantes.
Mientras bailábamos “Rebelión” con Carlos, la clásica del Joe, y sintiendo un poco como la letra nos recordaba nuestra realidad colonial, mi parejo de baile me iba contando su odisea como estudiante, siguiendo el ritmo y tratando de llevar el paso, me ponía al-corriente sobre su nuevo doctorado y como consejo me dijo “¡no hagas lo mismo! “Eso solo sirve de estatus en España, porque a la gran mayoría no nos dan un trabajo como doctores y menos nos pagan como tal”.
En sus prácticas de maestrías varias, que hizo Carlos por obligación en Barcelona para no quedarse sin documentos y para sobrevivir aquí como le pasa a cientos de ciudadanos, le pagaban 500€ (representa en costo de vida $500.000 en Colombia) solo sirve para pagar una habitación, esto no alcanzaba a cubrir sus gastos básicos, entonces decidió hacer lo que hacen todos los migrantes a nivel mundial, porque son los trabajos que tienen designados para nosotros, trabajar en limpieza y de ayudante de cocina para terminar de cubrir sus gastos básicos, eso me logro contar sobre sus 5 años viviendo en España.
Visualizar estas historias que esconden detrás un fenómeno migratorio es indispensable para tejer puentes con las instituciones del gobierno del Cambio, con sus ministerios en quienes esperamos esta vez una respuesta a estas realidades, una construcción de convenios laborales, crear figuras por internet para la vinculación laboral, conectarnos con el PND y su anexo de turismo, contar con los colombianos que están afuera para desarrollar, ejecutar, programar, promocionar, gerenciar y emprender planes turísticos sostenibles como quedó estipulado en la hoja de ruta del gobierno, apoyar con becas, con intercambios, con posibilidades para que los colombianos salgan del país, conozcan otras formas de vivir, otras culturas y vuelvan a Colombia a aportarle a la Paz, para que fortalezcan los puentes entre las academias de los diferentes países y sus ciudadanos para mejorar su bienestar y hacer una apertura a los Cambios que Colombia pide a gritos, porque migrar es un derecho, movilizarse es un derecho y la academia y el Estado debe proponer y trabajar sobre ello con el apoyo de todas.
Hace menos de dos meses el nuevo gobierno hizo unos convenios educativos en España, esperamos que ahora homologar (igualar su título profesional con el de España) sea mas sencillo, menos burocracia, así como es fácil para las multinacionales ir a Colombia extraer los recursos y explotar la mano de obra en sus callcenters, entre otras empresas. Que la colombianidad que aporta tanto en el exterior que cuida hijos ajenos, ancianos y ayuda a sostener la economía no quede perdida en un mar infinito de pedir citas y hacer tramites para equiparar un titulo o hacer uso de sus derechos.
“El puente está quebrado” dice la canción, el puente que une a Colombia con sus ciudadanos en el exterior, lo que los colombianos necesitamos son puentes institucionales, sociales, políticos, pedagógicos los puentes para la paz aquí y allá para mejorar como nación y para generar soluciones que sean parte de la vanguardia mundial.
En el exterior sabemos que hay comunidades a quienes les toca aun mas difícil, sin becas y sin ayudas de nadie, que viven del día a día. Conozco también los relatos tristes de recogidas de dinero donde hemos participado para pagar los gastos fúnebres de una madre en Colombia a la que no se puede ir a despedir, porque no te vuelven a dejar entrar al país, la repatriación del cuerpo de una pareja, de un conocido, donde no hay posibilidad de ir a darle el ultimo adiós, pasa seguido pero ese es solo uno de los cientos de sacrificios y pesares que viven los colombianos en el exterior.
Si algo le hace falta al país, al gobierno y a los colombianos es promover una cultura de proximidad, generar campañas comunicativas que integren a los colombianos aquí y allí esto pensado desde la posibilidad de generar con ello trabajo, lazos comerciales, turísticos, miradas de cercanía y promover la sostenibilidad, crear conexiones y lazos institucionales es decir incluir a los colombianos afuera y no solo para entregar información como hacen algunos programas institucionales hace años y que pretenden perpetuarlos, necesitamos miradas de cercanía por parte del gobierno, que nos vean como parte de Colombia, ese imaginario promueve la creatividad y la construcción de posibilidades y oportunidades para los colombianos. El ministerio de tecnología TICS puede apoyar en la conformación de canales para establecer un paralelo con los planes del gobierno porque los colombianos en el exterior aportamos enorme a la economía del país.
Aquí y en varios países a donde migran los colombianos, viven miles sin el derecho fundamental a trabajar, personas que padecen de depresión en habitaciones llenas de moho y humedad, en cárceles o gallineros que les rentan, si están de buenas para no dormir en un parque como Maria, Natalia, Alberto y decenas que he conocido, porque a veces nuestros hogares se comparten y “donde caben dos, caben tres” para no dejarlos tirados en el duro y frio invierno.
Aquí las fundaciones para la migración viven de los migrantes, con supuestos cursos para la empleabilidad, que no sirven para nada, aparte de desgastar mas la salud mental[3] de las personas en situación de vulnerabilidad, modelos todos dispuestos para quedarse con los dineros destinados a la migración, programas que no generan soluciones reales a sus vidas, no regularizar, no dar papeles es su mejor negocio, la economía se beneficia directa o Indirectamente de la población migrante.
Como sociedad civil requerimos nuevas formas pedagógicas para disminuir todo tipo de violencias [4] entre colombianos y colaboración institucional para hacer mesas de trabajo con los consulados, apoyo legislativo que nos garantice la leyes migratorias, mayor inclusión, nuevas legislaciones internacionales, somos ciudadanos del mundo y migrar es un derecho, los derechos humanos deben ser una realidad en las agendas internacionales.
Agradecemos esta invitación a COLEXRET y por parte nuestra queremos que se pueda dar un espacio de construcción comunitaria, de ideas y pensamiento para enlazar ese puente que siempre nos hemos soñado como colombianos, un espacio pedagógico para reivindicar derechos.
Isis López González
Trabajadora social, UIS
Máster en intervención psicosocial y comunitaria, UAB.
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