En 1961, nuestro país fue uno de los primeros a nivel de América latina en posibilitar que los colombianos en el exterior pudiéramos votar para elegir presidente. Algunos historiadores dicen que fue para distraer la atención internacional.
Para entender mejor, retrocedamos en el tiempo a la década de los 50, que fue donde entre dos y tres millones de colombianos huyeron a Venezuela de la violencia partidista, cuando cientos de miles fueron víctimas del conflicto que asolaba nuestros campos; violencia esta que se inicia con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1949 lo cual desacredito el sistema político ya que no frenó la violencia fratricida y solo el golpe militar de Rojas Pinilla en el 53 logro traer una aparente calma que se rompe con el asesinato de algunos líderes liberales que depusieron las armas para conseguir la paz.
La imposibilidad de gobernanza para Rojas Pinilla ante la oposición de los partidos tradicionales y los empresarios con el apoyo de Estados Unidos, más su temor a una guerra civil lo llevaron a deponer su cargo. Esta situación conduce a un acuerdo político entre los dos partidos políticos reinantes (liberales y conservadores), lo que limitó aún más el ejercicio de una verdadera democracia. Por eso es que se dice que la introducción del voto fue una estrategia para cubrir la legitimidad del sistema electoral, dándole a su vez legitimidad a un régimen que prácticamente imposibilita la creación de nuevos partidos políticos.
Avanzando en el tiempo, en el gobierno de Belisario Betancourt Cuartas (1982-1986), después de tres décadas de conflicto, el proceso de paz con algunos grupos guerrilleros Farc, EPL y M19, posibilitó el surgimiento del nuevo partido político, Unión Patriótica, haciendo posible que en las elecciones de 1986 este obtuviera 11 curules y la respuesta violenta de la derecha más recalcitrante con el asesinato de varios alcaldes, representantes, senadores y candidatos presidenciales de esa Agrupación política.
Bajo el Gobierno de Virgilio Barco presidente de 1986 a 1990 se trata de crear una nueva Constitución, la cual fue imposible por el poco o nulo apoyo de los partidos tradicionales; y solo el tristemente asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento, el narcotráfico y el desacredito de la política tradicional hacen posible la constitución de 1991, impulsada sobre todo por los jóvenes que buscaban reformar la política y ampliar los espacios democráticos, además de facilidades para crear nuevos partidos políticos. Es ahí donde se dispone espacio para los aborígenes, los afrodescendientes y los colombianos en el exterior a través de una circunscripción especial (tema que merece ser cuerpo de otra columna) (Artículo 176, Constitución de 1991).
En cuanto a la curul de la Diáspora, finalmente se crea en 1995 y después de varios debates se llega a la conclusión de que solo los colombianos registrados en los consulados pueden votar y que el candidato a ese cargo sea parte de los colombianos en el exterior con al menos 5 años viviendo fuera de Colombia.
Luego, en el 2013 se eleva a 2 curules la representación en el exterior y en el 2014 se eligen 2 representantes, uno por el Grupo MIRA, y el otro por el Partido de la U, para en el 2015 bajo el gobierno de Juan Manuel Santos se pierde la segunda curul en un episodio oscuro a beneficio de los raizales Sanandresanos los cuales son un poco menos de dos mil, en detrimento de cerca de seis millones que vivimos en el exterior.
Uno de los motivos alegados fue la baja y casi nula participación de los colombianos en el exterior en los comicios electorales (en la votación del 2018 apenas sobre cien mil de cerca de seis millones votaron por el representante del exterior o consulados como nos llaman). Para mejores detalles acerca de la historia de estas dos curules, les recomiendo leer el artículo “Eliminación Curul Cámara de Representantes colombianos en el exterior”, de autoría de esta página para la que escribo.
Existen cerca de quinientos mil desplazados por la violencia en el exterior según ACNUR y a los cuales a muy pocos les ha llegado la tal reparación, sobreviviendo a duras penas; y aparte de ser víctimas del conflicto interno colombiano, se han convertido ahora en víctimas de los engaños y patrañas politiqueras cada vez que se acerca una elección.
Los colombianos fallecidos en el exterior y victimas de las vicisitudes de la vida tienen muy escaso apoyo por parte del Estado colombiano, teniendo los líderes sociales que acudir a colectas, rifas y a la caridad de la comunidad para poder ayudar y brindar un poco de consuelo en momentos tan amargos.
Con justa razón Ricardo Marín Rodríguez con la autoría de Lucy Torres en su libro “Gestión Migratoria Inexistente”, y la plataforma COLEXRET nos llaman colombianos invisibles, pues eso es lo que somos en realidad… invisibles ante el Sistema político de nuestro país. Y especialmente porque no votamos; porque la gran mayoría de los líderes sociales en el exterior desconocen la realidad de la Política Migratoria y las leyes que aparentemente regulan esa política pública.
Debido a ello, no han creado el Viceministerio para las migraciones en nuestro país, como tampoco la Mesa Nacional para las Migraciones, ni las veedurías ciudadanas, entre otras, contempladas en las diferentes normas que regulan la materia.
Todo esto y mucho más nos lleva a la necesidad de buscar la forma de hacernos visibles; algo que solo lograremos inscribiendo nuestras Cédulas en los consulados y votando en los diferentes comicios electorales.
Sé que venimos del país con más alta abstención electoral del continente, ocasionando que se incremente el tráfico y la compra de votos, y desafortunadamente estas prácticas las llevamos al exterior, pues muchos consideran, que lo que está en juego no es tan importante o no va a cambiar la realidad, convirtiéndose en un obstáculo para generar una movilización o la esperanza de que las cosas cambien. Por eso los políticos que tenemos. Debemos cambiar las cosas, y esto solo se logra a través de la movilización en consulados y embajadas, de los debates públicos sobre la representación internacional (Casi inexistentes) ya que es una pena que los derechos políticos de nosotros los colombianos en el exterior siendo de los más desarrollados y antiguos de América latina desde 1961, hoy en día estén en entredicho con nuestra casi nula votación.
Hermano colombiano en el exterior, si deseas cambiar las cosas, hacer valer tus derechos ganados con tanta lucha y sacrificio, yo te invitó a inscribir tu Cédula de Ciudadanía en los consulados, para en marzo del 2022 hacer parte de un gran cambio para los cerca de seis millones de colombianos que vivimos por fuera del país, VOTANDO POR QUIEN QUIERAS O EN BLANCO, PERO VOTANDO.
“Cuándo entenderemos los colombianos en el exterior el poder político que tenemos?”. “Cuándo dejaremos de ser esa multitud anónima de siervos?”
La respuesta es:
“Cuando empecemos a entender el valor de nuestro voto”
Gracias y hasta la próxima
Manuel Alarcón Norato
Defendiendo la migración colombiana en Chile y en el resto del mundo
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