Por Fernando Escobar Giraldo
Apostillar un documento en el estado de Florida, Estados Unidos, a través de una oficina gestora, gestor, o tramitador, tiene un costo de entre $35 y $40 dólares por página. Eso quiere decir que para un documento de 20 páginas, como necesitaban los esposos Robles, el costo es muy elevado, entre $600 y $800 dólares. Por esa razón decidieron ir hasta el consulado de Colombia en Miami pues en su página web dice que el costo es de $17.96 por página. Valía la pena el ahorro, además que lo estaban haciendo con la máxima autoridad colombiana en Miami, lo cual ya significaba una garantía. La incomodidad estaba en que debían llevar un “money order” (forma de pago usada en Estados Unidos) por cada página.
Pero para ello, requerían una cita. Y como la oferta es muy cómoda de hacer las citas a través de la página web del consulado, los Robles se acogieron y, muy cumplidos, estuvieron listos un día a las 9 de la mañana para hacer su cita. Pero eso no funcionó; a esa hora, 9 en punto, aparecían todas las citas tomadas. Igual ocurrió durante dos días más, tal y como aparece en la siguiente imagen tomada directamente de la pág. web del Consulado colombiano en Miami – Florida.
(Vean aquí: “Un proceso que deben conocer todos los colombianos residentes en el exterior.”)

Como es lógico, frustrados, los Robles deciden llamar al consulado y explicar que son personas mayores y que además viven a cerca de tres horas de distancia del consulado. Nunca obtuvieron respuesta humana, tan solo una grabación diciendo que había que obtener una cita. Frustrados, pero no vencidos, los Robles deciden enviar un correo electrónico y la respuesta aumentó la frustración. Les dijeron, copio textualmente:
“De manera atenta, le reiteramos que la página de agendamiento se habilita diariamente a las 9:00 a.m., sin excepción. Diariamente se habilitan citas para el siguiente día hábil. No se asignan citas mediante correo electrónico.
Actualmente presentamos una demanda que desborda la capacidad instalada razón por la cual las citas se agotan rápidamente, por lo que se sugiere ingresar a las 9:00 en punto en el siguiente enlace: (Para ver el enlace ingrese aquí).
En caso de no poder obtener una cita, puede presentarse al Consulado de lunes a viernes antes de las 8:00 a.m. y, si es una de las primeras 50 personas en la fila, se le asignará un turno para realizar el trámite o agendar cita otro día en la tarde, dependiendo de la disponibilidad.”
Sin otra alternativa, el matrimonio Robles decide partir de su casa a las 5 y 30 de la madrugada para llegar al consulado en Miami y tratar de obtener una cita. Y lo lograron, su cita era la número 78 entre un total de 80. Los dos pudieron ingresar porque uno iba a autenticar y el otro a obtener un certificado de supervivencia. De lo contrario, tan solo uno hubiese ingresado.
Los dolores de cabeza apenas comenzaban. Uno de los documentos que llevaron para apostillar, certificar y/o autenticar, requiere que el interesado demuestre que reside en Estados Unidos. Y dicha acreditación tiene que firmarla el cónsul. Como los Robles no llevaban toda la documentación exigida para demostrar su residencia, les tocó pedir una nueva cita. Sería otro viaje de medio día. Les exigían pasaporte colombiano, pasaporte americano y dos o tres facturas de servicios con la dirección de su casa.
(De gran interés: “¡Pilas Canciller Leyva y Presidente Petro con las investigaciones de la Cancillería.!”)
Con esto último venía la siguiente odisea, pues en casa de los Robles todas las facturas están a nombre del esposo y no de ella, que eran las que exigían.
Además, es absurdo que pidan el pasaporte americano como prueba de residencia, pues una persona poseedora de un pasaporte americano puede vivir fuera del país o en cualquier lugar del mundo.
Los esposos Robles deciden hacer un segundo viaje hasta el consulado, a pesar de la enorme distancia y tiempo requerido. A esas alturas el costo por el trámite se había incrementado ampliamente, no solamente en dinero sino también en tiempo y esfuerzo utilizado.
Para la segunda cita, la esposa finalmente logró demostrar que reside en Estados Unidos. Pero eso tiene que ser certificado por el cónsul con su firma. Gestión que es gratuita. Pero, Dios Santo, en contra de toda lógica, el empleado o empleada del consulado que los atendió “sugirió” que los Robles paguen, al mismo consulado, la autenticación de la firma del cónsul, pues, de lo contrario, el documento “seguramente” les será devuelto. Es decir, el cónsul se notariza, o se autentica a si mismo reconociendo que esa es su firma y por esa gestión si tienen que pagar. Mayor absurdo es inexplicable. Ignoro en qué lugar del mundo le permiten a un notario o funcionario consular autenticar su propia firma y cobrar por ello, así el dinero no sea para él.
Cuando los Robles están adentro esperando que los llamen, comienzan a ver con cierta continuidad y preocupación, avisos en una pantalla los cuales dicen que a las 12 del mediodía la actividad consular se detiene porque los funcionarios tienen que salir a almorzar. Eso quiere decir, que los usuarios que no alcancen a ser atendidos antes del mediodía, les tocará quedarse y esperar a que los funcionarios regresen un par de horas después. La suspensión de actividades es de una hora. Los Robles no tuvieron que someterse a eso, pero si les hubiese tocado, a ningún funcionario le habría interesado sacrificar tiempo de su almuerzo para ayudar a una pareja de personas mayores que comenzó la tarea desde muy temprano en la madrugada.
(De interés: “Manual de Retorno para Colombianos desde el Exterior.”)
La atención de los funcionarios, según los Robles, fue amable, aunque mientras eran atendidos, una de las funcionarias conversaba con otra acerca de un tema totalmente ajeno a su trabajo, algo relacionado con una cirugía plástica. Y estaba más concentrada en ese asunto, que en su labor.
Además, siguiendo las instrucciones en la página web, los Robles, apegados a las normas, habían comprado “money orders” por el valor requerido para autenticar sus documentos. Sin embargo, al ser atendidos, les dijeron que el valor de los “money orders” era otro, pues ellos entendieron mal las instrucciones en la web. No tuvieron más remedio que salir fuera de la sede consular, y comprarlos de nuevo, perdiendo el pago de expedición por los anteriores.
Y allí no había terminado todo, los “money order” tienen que ser entregados en blanco. El consulado expide un recibo, pero es inaudito que se exija al cliente expedir o entregar un “money order” en blanco. Eso es como un cheque en blanco.
Si lo analizamos con cabeza fría, la responsabilidad de estos adefesios no es de los funcionarios del consulado quienes se limitan a cumplir órdenes y las normas establecidas. Que yo recuerde, eran más simples estos procesos en el consulado de Miami con cónsules como Camilo Cano, Carmenza Jaramillo, Angela Suárez, Marta Jaramillo. Esta última puso en práctica cambios que permitían una atención ágil, dinámica y sin las tragedias y amarguras que, innecesariamente, enfrentaron los Robles.
(Aquí: “10 años en pro de los colombianos en el exterior.”)
Quizás eso vuelva a mejorar cuando nuestra Cancillería nombre personas diligentes para esas posiciones y no cónsules que no son de carrera y, por ende, actúan más por sus impulsos que basados en la experiencia, como ha sido denunciado recientemente con la cónsul colombiana en Valencia, España.. Nombrar cónsules para pagar favores políticos se ha convertido en una amarga extensión de corrupción que afecta las vidas de por lo menos 5 millones de colombianos residentes en el exterior.
Fernando Escobar Giraldo
Abogado, periodista, escritor, catedrático universitario,
conferencista internacional.
Nota: Otras opiniones de este columnista haciendo clic aquí.
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